martes, 30 de septiembre de 2014

Desde el cero hasta el infinito

De la necesidad de crear, de elaborar universos enteros a través de nuestras propias manos, de ser arquitectos de destinos increíbles; de eso precisamente dependemos. Nacimos y crecimos en un tiempo complejo dentro de un espacio particular. Henos aquí, intentando cosas entre complicados sistemas establecidos, entre mecanismos complejos que no entendemos si quiera. Pero el deseo por desarrollar cosas aparece inmutable dentro de nuestra condición mortal. Hay que crear, ese es el único lema posible dentro de esta historia.

Nadie quiere quedarse inerte, al contrario, todos procuran vibrar ante la intensidad del segundo que corre. Porque ya no interesan otras odiseas que no sean las propuestas por la libertad de nuestros espíritus. Así somos, tan independientes como esa naturaleza que nos llama cuando estamos más inmersos que nunca en nuestras ciudades, avisándonos que no debemos olvidar nuestras raíces. Crear ideas que nos hagan temblar por la emoción de hacerlas realidad. Crear sueños que no nos permitan despertar de su hechizo. Crear días que no dejen de ser noches. Y así perdernos en nosotros mismos, en nuestra necesidad propia por generar inéditos proyectos con miras al infinito. Está en la esencia de nuestra entereza.

Entonces no te sientas mal ni bajes la cabeza por los posibles vacíos que encuentres. Entiende más bien que debes centrar tus fuerzas en dirección al génesis constante. El hecho de que en algún punto no llegue a haber nada te da la posibilidad única e inigualable de lograr todo. Y puede ser cualquier cosa, no importa de qué se trate. Yo por ejemplo, continúo intentando desarrollar el diseño de mis ilusiones a través de estas letras que brotan de los dedos. Es un ejemplo nada más.

Realmente tenemos insomnio por tantos deseos detrás de los parpados. Eso es parte de nuestra generación incandescente que no quiere dormir, que solo despierta encuentra oportunidades. Afuera permanece ese nuevo mundo, aquel sin paredes que nos contengan, sin techos que no nos dejen volar. Alcanzar dicho anhelo se torna vital. Se torna incluso como una ilusión perpetua, pero sin que seamos ilusos. Al contrario, somos tan realistas en cuanto a nuestros ideales que es por ello que sabemos que lograremos cada uno.

Por último solo quiero que tú también pienses en eso que intenté gritarte con esto. Que tú también construyas edificios altos desde los cuales tener bonitas vistas. Que des respuesta a tus interrogantes en cuanto al tema de lo que deseas en esta vida, salgas de ti mismo y vayas a conseguirlos. Que me creas cuando te digo que no hay mejor momento para alcanzar cualquier cosa que ahora mismo. Que crees desde el cero hasta el infinito, y que este último sea tu límite.

Por  Celso Emilio Vargas Mariño 

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