martes, 6 de septiembre de 2016

Hacer jardinería es bueno para tu salud

La jardinería es una práctica a la que los seres humanos hemos recurrido desde hace milenios –las primeras evidencias de ‘horticultura ornamental’ datan de 1500 a.C. . En diversas culturas alrededor del mundo, y a lo largo de la historia, la jardinería ha desempeñado un significativo rol sociocultural, e incluso a través de ella se ha dado vida a algunas de las más exquisitas manifestaciones culturales: desde los legendarios jardines de Babilonia, al Pero ¿qué hay de los efectos psicológicos y emocionales en torno a esta práctica?

Un creciente número de estudios coinciden en señalar los beneficios que cultivar un jardín conlleva beneficios sustanciales a nuestra salud física y mental. A continuación mencionare alguna de las bondades comprobadas de esta actividad, con la esperanza de recordarnos que al cultivar un jardín nos cultivamos, innegablemente, a nosotros mismos.






Investigadores de la Universidad de Texas entrevistaron a 298 personas mayores, solicitándoles que determinaran sus niveles de gozo y optimismo. Al analizar la data en busca de patrones o indicadores constantes, notaron que aquellas personas que practicaban recurrentemente las ‘artes del jardín’ manifestaban, significativamente, mayor satisfacción con sus vidas –lo cual nos lleva a proponer: más jardinería y menos Prozac.

Un estudio realizado durante 2011 en Holanda, citado en un artículo de CNN Health, determinó que con sólo media hora dedicada a cultivar un jardín, puede reducir significativamente tus niveles de cortisol (la hormona que produce el estrés). Por otro lado se ha asociado esta práctica con un modelo de meditación activa –lo cual nos remite a la exquisitez de los jardineros Zen.

En el mismo artículo se cita otro estudio en el que, continuando con esta línea, investigadores noruegos crearon un grupo piloto con personas a quienes se había diagnosticado depresión, problemas constantes en su estado de ánimo, o desorden bipolar. Los pacientes participaron durante 3 meses en un taller de jardinería, que incluía seis horas semanales de esta práctica. Al terminar el taller, la mitad de los participantes reportó importantes mejorías, tendencia que continuó aún durante los próximos tres meses.

Los efectos positivos de la jardinería para nuestra mente y nuestro cuerpo –aparentemente 45 minutos de trabajar el jardín te permite quemar las mismas calorías que en 30 minutos de aerobicos–, han motivado la creación de “terapias horticulturales”, corriente que desde hace al menos cuatro décadas ha venido perfeccionándose, y hoy arroja loables resultados para sus practicantes.

Vale la pena aclarar que la jardinería no solo nos re-conecta con el estado primario –gracias a acciones como meter las manos en la tierra, contemplar el desdoblamiento de los ritmos naturales, y afinar nuestra sensorialidad por medio de estímulos aromáticos o táctiles–, pero también conlleva una experiencia altamente estética, la cual demanda sutileza, creatividad y mucha paciencia. En pocas palabras, al hablar de jardinería estamos describiendo una actividad que, como pocas otra, se relaciona a un micromundo repleto de virtudes: contemplación, creatividad, templanza, inspiración y, por qué no, autonomía.

En fin, quizá sea buen momento para repetir, y practicar, la frase con la que alguna vez Voltaire se despidió: “Con su permiso, me retiro a cultivar mi jardín”.

Con información de: Agencias | Ecoosfera 

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